viernes, 27 de noviembre de 2009

Visión de Enjolras IV - Ejercicio y no expiación - Día y Noche


Bien, amigos, seguimos con Enjolras, con su discurso potente y demoledor; lo simple convertido en gigantezco ante la plasmación de las ideas en su ejecución: el fervor que mueve, que desplaza, la realidad que golpea al recibir su empuñamiento

Enjolras quería tener ante sí esa realidad que se dibujaba como un algo quizás imposible, quizás prometedor, quizás irrealizable. Los números con los que designa a ese futuro que quiere hacer presente son los números siguientes, el número que sigue, el que está por venir: para él éste número es el XX, nuestro siglo que pasó; para nosotros lo es ahora el XXI, al que estamos pisando sus uñas y no se ha despertado. En fin, son números, pero esos números representa lo que nos falta, el camino que nos resta mínimamente por transitar y que se lo va haciendo. Los números son números y vemos mencionar los siglos donde los crímenes aún persisten, tal vez en menor grado, pero que evolucionan y hay mejoramiento ya que sigue ese aliento fresco de nuestro Ideal en el horizonte. Vemos que cambian los modismos, las costumbres, los protocolos; pero el hecho en sí sigue siendo el hecho mismo, la acción atemporal; lo demás es revestido por la moda de la época. El Ideal es la búsqueda de lo atemporal que nos permita acceder a lo imperecedero, al fuego vivificante de la vida

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¡Ciudadanos! El siglo XIX es grande; pero el siglo XX será dichoso

Entonces no habrá nada que se parezca a la antigua historia; no habrá que temer, como hoy, una conquista, una invasión, una usurpación, una rivalidad de naciones a mano armada, una interrupción de civilización por un casamiento de reyes; no habrá que temer un nacimiento en las tiranías hereditarias, un reparto de pueblos acordados en congresos, una desmembración por hundimientos de dinastía, un combate de dos religiones por encontrarse frete a frente; no habrá ya que temer al hambre, la explotación, la prostitución por miseria, la miseria por falta de trabajo, el cadalso, la cuchilla, las batallas, y todos estos latrocinios del acaso en la selva de los acontecimientos

Casi pudiera decir que no habrá ya acontecimientos. Reinará la dicha. El género humano cumplirá su ley, como el globo terrestre cumple la suya; la armonía entre el alma y el astro se reestablecerá; el alma gravitará en torno de la verdad, como el astro en torno de la luz

Amigos, la hora en que estamos y en que os hablo, es una hora sombría; pero tales son las terribles condiciones de la conquista del porvenir

Una revolución es un peaje

¡Oh!, el género humano será libertado, sacado de su postración, consolado. Se lo afirmamos desde esta barricada.

¿De dónde saldrá el grito de amor, sino de lo alto del sacrificio?

¡Oh hermanos míos! Aquí está el vínculo de unión de los que piensan y de los que padecen; esta barricada no está hecha ni de adoquines, ni de vigas, ni de hierros viejos; está hecha de dos montones, uno de ideas, otro de dolores. La miseria encuentra en ella a lo ideal

El día se abraza con la noche, y le dice: "Voy a morir contigo, y tú vas a renacer conmigo". Del estrecho abrazo de todas las aflicciones brota la fe

Los padecimientos traen aquí su agonía, y las ideas su inmortalidad. Esta agonía y esta inmortalidad van a mezclarse y a componer nuestra muerte

Hermanos, el que muere aquí, muere en la irradiación del porvenir, y nosotros bajamos a una tumba irradiada por la aurora

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