lunes, 30 de julio de 2007

LOS SOLDADOS DEL CHACHO

Internarnos en los crudos inicios del siglo XIX de la Argentina es algo que no tiene un asidero mental en la actualidad.

Cuánto más todavía yendo a mediados, o sea en pleno siglo XIX.

Por supuesto que esta crudeza abrasiva, crudeza proverbial, era palpada y vivida por el hombre de la campaña (hombre en sentido genérico); la que además debía ser guerreada, puesto el hombro para las fatigas y el pecho para las balas (tremendos pedazos de plomos) sin posibilidad a reclamo, sin posibilidad de un desquite o solución.
Los caudillos que se alzaban en plena anarquía (anarquía facilitada por la caída de la corona, ya que había un incipiente sistema de gobierno) necesitaban sus soldados y no había segunda opción.
Un caudillo, por lo general, era alguien que se destacaba por sus cualidades físicas, alguien que podía enfrentarse a 20 hombres armados con sables por ejemplo; alguien que destellaba furor en sus ojos y su palabra se llevaba a cabo por el terror que inspiraba.
Si bien esta es una generalidad, habían ciertas excepciones que dejaban muy atrás estos conceptos, pero aún así eran los pocos...

Aquellos pueblos que veían llegar a un regimiento a sus puertas veían la desgracia segura, pues el saqueo y la destrucción estaban al orden del día hayan sido o no regimientos civilizados Unitarios o aquéllos llamados Federales.

En medio de todo ese dolor que produce la continua llaga hiriente de la injusticia y la crueldad surge Ángel Vicente Peñaloza, conocido como El Chacho. Él conoce más que nadie cómo sufre su pueblo, sus allegados y pone a disposición su modestia, temperamento, inteligencia y fuerza hercúlea.

La gente lo sigue sin titubear, se hace presente a su llamado sea donde sea. Las mujeres esconden a los hijos y los varones a correr leguas y leguas llevando consigo algo que podría decirse que es un arma. El Chacho es realmente un caudillo querido, querido hasta el éxtasis, nadie obliga al pueblo a dar vivas a ese ser generoso y humilde, lo hacen de corazón y con gusto: pero la cosa no queda en palabras y dan por él su vida porque el Chacho es un ideal, es una expectativa de justicia, de vivencia plena, de prosperidad; "si vence el Chacho vencemos todos, estamos salvados", dirían tal vez...

Como si fuera poco, esto de presentarse desnudo en la más absoluta miseria ante el Chacho para formar parte de su prestigioso regimiento, este pueblo jamás lo traiciona, estos jóvenes, ancianos, mujeres, niños, jamás lo delatarán pese a las torturas afligidas en sus pellejos con el cepo colombiano, los azotes y tantas más, torturas cruentas impensables hoy en día. Sufrirán lo que sea pero no delatarán, no traicionarán a El Chacho.

Pero, ¿es que acaso no había nada que pudiera doblegar sus espíritus? algo que a un pueblo que raya en la más profunda miseria, en la más absoluta pobreza, pudiera trastocar sus integridades? No, ciertamente no. Ni siquiera el dinero podrá doblegar estos espíritus vírgenes de la corrupción, ese dinero que hoy en día lo compra todo.

Era simple: aquél soldado del Chacho que fuera prisionero y no hablaba, o no decía dónde encontrarlo, era muerto previa tortura.

Como decíamos al principio, repito, la vivencia de aquél siglo XIX naciente no tiene asidero mental actualmente.

Los que amaban al Chacho no eran tan sólo sus soldados sino también los soldados enemigos porque sabían que mientras fueran hechos prisioneros por algún soldado del Chacho iban a gozar de un trato humano sin torturas o fusilamientos (en realidad lanzeados porque no había muchas balas y pólvora); sabían que encontrarían compasión en donde en ningún otro lugar a la redonda lo hallarían (salvo un General Paz).

Así estos hombres morían por su causa, por el Chacho, por esa esperanza de un mundo mejor y justo. Admiradores de su generosidad sin límites.

Haciendo un homenaje a esta gente valerosa publicamos una foto que les fue tomada, a ellos, a los soldados del Chacho, luego de ser hechos prisioneros. Observen cada detalle en esa realidad que de lejos, en el tiempo, intentamos apreciar.




La mayoría de los soldados que aquí vemos fueron posteriormente lanzeados.










(Si necesitás alguna foto con más resolución enviá un mail a eduardoargentina@gmail.com )