En estas pocas palabras que hemos puesto a disposición, creemos que es muy primaria la impresión que podemos transmitir de esta época tan intrincada y llena de avenires y complejidades tan grandes como el universo mismo de las circunstancias; pero a pesar de todo sí estamos convencidos de que en esa época, en esas situaciones y vivencias tan difíciles, tan rústicamente crudas, surgió un hombre de toda esa masa ingente del teatro de la guerra intestina, un hombre que creció en todo sentido, un hombre aclamado y querido por el pueblo argentino como nunca lo volvería a ser ningún otro..., ni aún en las grandes extensiones urbanas de hoy en día; un hombre que vino a proteger reciamente las necesidades reales y urgentes del criollo, de los pueblos, del comerciante, de la mujer, del niño, en fin, de todos aquellos que su destino era ser presa de los crueles y lascivos como un Aldao, un Sandes, que asediaban mediante ordenanzas legales emanadas por el gobierno de turno impartiendo el terror a las provincias.
...Pero ese terror tuvo un alto, un parate, un fuerte cúmulo que no pudo doblegar ni avasallar; ahí es cuando surge Angel Vicente Peñaloza, el Chacho, ese gaucho de cabellos dorados, ojos claros y mirada férrea con rostro tostado y embravecido por el sol, el duro sol de las jornadas; jornadas que las podría llegar a suponer el hombre de campo de hoy en día, pues es lo más aproximado a las vivencias de aquellos años.
!EL CHACHO!
Qué grande el Chacho,esos eran patriotas!
ResponderBorrarQue el oriente nos guíe, y hacer la utopía una realidad!
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