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Cristina Kirchner, nuestra moderna Juez de Paz del siglo XXI
Hoy miércoles fue publicada una carta al Director, enviada por mí, en el diario El Ancasti. No salió completa pero no importa
Lástima que donde yo digo "la presidente" (que así debería ser porque es correcto) cambiaron a "la presidenta", como en el caso del título que lo pusieron ellos razón por la que lo dejo "ansina" nomás...
También el mail con el que firmo salió mal tipeado; espero que no haya sido adrede...(como dijo Mendieta: que lo parió)
Lo de rojo es lo que fue omitido:
San Fernando del Valle de Catamarca, 20 de junio del 2009
Sr. Director, agradezco su amable atención y predisposición que nos dispensa constantemente, a la vez aprovecho para desearle provechoso éxito con el nuevo diseño del diario que dirige; si bien soy conservador y reacio a los cambios estoy convencido que es necesario apostar a lo nuevo, a lo renovador, a la actualización, sin olvidar la excelencia y la razón de ser (son estas dos últimas cosas las que en mi caso trato de preservar, de allí lo de conservador y lo de reacio)
Justamente, el tema de profundo interés que en estos días ocupa mi cabeza es el cambio profundo que necesita la Argentina y, por supuesto, Catamarca
En el 2001 hubo un pedido inminente de toda la sociedad: "que se vayan todos" (todos los políticos y funcionarios en ejercicio ese año). Tanta fue la presión social, debido a la situación de desgracia que se vivía en ese momento, que De la Rúa tuvo que huir en nuestro helicóptero presidencial y posteriormente varios secuaces tuvieron que hacer lo mismo, ya sea corriendo o en sus autos a 200 Km/h con rumbo desconocido... Sin duda esto fue una lavada de cara a nuestra Argentina, mal llamada República (ya haremos algún comentario al respecto un día de estos); un lavado de cara no implica bañarse: la mugre continúa, los gérmenes se multiplican y no hay desodorante que valga…
¿Acaso se fueron todos los políticos "marcados" por el "cacerolazo"?: ¡No! Al contrario, huyeron despavoridos y regresaron despreocupadamente con las manos en los bolsillos como si nunca hubiera sonado cacerola alguna
Zafamos dolorosamente de un De la Rúa (como un lobo que es capaz de perder una pierna para no ser presa del cazador) y ahora nos topamos con nuestra mayor pesadila: Cristina Kirchner, aunque la pesadilla, por lo visto, la preside su esposo
Con la presidencia de la señora Cristina K junto a su esposo Néstor K se ha instaurado una tiranía absolutista (despotismo) pero con todos los adornos y firuletes necesarios para aparentar ser un gobierno "progresista" y que por cierto están muy lejos de serlo
Cristina Kirchner ha demostrado ser incapaz de solucionar problema alguno y que, por el contrario, los agudiza y los hace mayores. Mencionemos el simple caso de la falta de monedas: no hay monedas en ningún lado; algo tan simple no lo pudo resolver… y si lo simple no está resuelto ¿qué podemos esperar de un problema complejo, de los problemas mayores que realmente nos mortifican?
Mientras ella va de compras a Europa a gastar nuestro dinero en sus carteras de 20 mil euros (unos 100 mil pesos) la indigencia y estado de desesperación general aumenta segundo a segundo en nuestro desgraciado país
Cristina Kirchner demostró que no está capacitada y que no tiene la preparación necesaria para resolver temas tan delicados, tan urgentes e importantes como son las necesidades de distinta índole por las que atraviesa nuestro país, ella desconoce lo que es una necesidad. Cristina K no tiene intenciones de una Argentina mejor si no es en beneficio propio, y en su incapacidad tiene que recurrir inevitablemente a la violencia y a la pelea constante, a la acción tiránica y desmedida, al despotriqueo ininterrumpido para mantenerse en el poder, o lo que es lo mismo: para que Néstor K se mantenga en el poder con sus negocios millonarios
Con el inicio de la guerra inexplicable que aún mantiene con el campo la presidente ha “mostrado la hilacha”, no pudo ocultar su verdadera cara, no supo dar solución en forma inmediata. Dio una solución a medias donde el vicepresidente Cobos le pudo poner algo de freno, con su voto a favor del campo y en desacuerdo con Cristina K
Para los Kirchner, en la Argentina no existe otra voluntad que la de ellos pues tienen total impunidad. Tal es así que un falso peronista (Néstor K) se hizo proclamar presidente del “Partido Peronista” sin elecciones internas de ningún tipo: un verdadero dictador. Ni que mencionar la intervención al partido Justicialista de Catamarca
Pero volvamos a nuestra señora presidente Cristina K quien espera impacientemente porque no admite esperas ni mucho menos crítica alguna, salvo que sea alguna adulación hacia su ilustre persona… Pero, con nosotros no tendrá éxito ya que no queremos ponernos mimosos, ni mucho menos. Estamos cansados de tantos atropellos, de tanta injusticia, de tanta miseria que esparce, señora Cristina KK. Su discurso falaz (falso), hiriente, y del que pretende elocuencia, nos causa pena y aburrimiento: sus acciones son contrarias a sus palabras. Su arrogancia es demasiada y por lo tanto cruel
Señora Presidente, usted me hace recordar al Juez de Paz de San Pedro de cierto pasaje que leí en “Viaje Infernal”, de Eduardo Gutiérrez, y que paso a transcribir a continuación (que agradecería al Sr. Director deje tal cual la ortografía ya que respeta los modismos de la época y lugar); pero antes quisiera mencionar que Eduardo Gutiérrez fue un gran escritor que tuvo la Argentina quien se hizo famoso por sus novelas históricas que publicó en los folletines de distintos diarios en las que relató la vida de gauchos como Juan Moreira, Juan Cuello, Hormiga Negra, y de próceres como el Chacho Peñaloza. “Viaje Infernal” es un relato donde nos ilustra un viaje que realizó en 1887 aproximadamente, desde la Rioja, pasando por Catamarca, Santiago del Estero, Córdoba, Rosario y, por fin, Buenos Aires
Al llegar Eduardo Gutiérrez, a lomo de mula junto a sus compañeros de viaje, a la estación de San Pedro (localidad de Santiago del Estero cerca de Lavalle), se dan con que:
“…Se acababa de producir un conflicto entre un italiano telegrafista y un joven catamarqueño empleado de un almacén de enfrente
“Ambos contrincantes se prodigaban insultos que hacían hervir la sangre al más indiferente (…)
“Llegamos al lado del bravo italiano que había recibido un puñetazo de primera fuerza, cuando los curiosos, movidos por un sentimiento de terror, despejaban el campo, dejando solos al italiano y al catamarqueño, hechos una trenza de a ocho.
“Acababa de presentarse la Justicia de San Pedro en el campo de batalla, que acudía a marchas forzadas
“En primer término, venía el Juez de Paz, un señor santiagueño vestido con botas, chiripá, levitón y un sombrero legítimo de panza de burro. A su cintura se veía una espada descomunal de edad cuaternaria, un par de pistolas de fulminante y un garrote colgado por una dragona de cuero de vaca. En su mano derecha se veía un rebenque de cabo de plata; y sus enormes espuelas abrían un surco profundo sobre la arena húmeda
“Este era el Juez de Paz de San Pedro, la autoridad suprema, que aplicaba una garrotadura con la macana de tala a quien le daba la gana, y metía en el cepo de cabeza al que se permitía responderle en un tono que a él le pareciera irrespetuoso
“Detrás del Juez de Paz y como poder ejecutivo encargado de hacer cumplir sus sentencias fabulosas, marchaba la fuerza pública compuesta por dos soldados, digna de cualquier museo de curiosidades. Vestían un traje de Adán, algo modificado por los desperdicios de una civilización imposible (…)
“Aquellos dos soldados, atentos a lo que hacía el Juez de Paz, marchaban a seis varas detrás de éste, con toda la gravedad de un guardia imperial
“El Juez de Paz avanzó hasta donde estaban los batalladores y se les paró por delante, envolviéndolos en una mirada de frenética expresión
“— ¿Por qué estáis metiendo escándalo? – Preguntó severamente el Juez de Paz al catamarqueño y al italiano
“— Señor, respondió éste, este hombre me ha robado mi clave telegráfica para aprender el oficio y porque se lo he dicho me ha querido dar de golpes
“— Me ha tratado de lagrón y de cochino y por eso le´hi querido pegar
“Y los dos hablaban a un tiempo, sin que hubiera Cristo capaz de entenderlos
“— ¡Io nomás jablo! ¡io nomás jablo! – gritó el Juez de Paz irritadísimo-, ¡cuidado con eso!
“— Pero señor, yo hablo porque ud. me ha preguntado, parloteó el italiano
“— ¡Yo hablo pá defenderme! – argumentó el catamarqueño
“— ¡Hi dicho que io nomás jablo! – gritó el Juez de Paz sulfurado-, ¡y sino masen caso y respetan mi justicia lojano fusilar!
“El Juez de Paz nos miraba como si quisiera observar el grado de asombro que producía en nosotros su modo de hacer justicia, y nosotros teníamos que hacer esfuerzos violentísimos por no soltar la risa
“Nos acercamos al Juez de Paz para darle detalles del asunto, pero al oirnos hablar el catamarqueño y el italiano empezaron a argumentar siempre al mismo tiempo, sobre su inocencia, pero el Juez de Paz, enarbolando esta vez su garrote, gritó:
“— ¡Io nomás jablo! Hi dicho; ¡en donde yo estoy nadie jabla! ¡y al primero que falta lo hago fusilar! Cumpliendo como Juez io debía hacerles fusilar, pero por ser la primera vez vo a darles juna paliza paque otra vez no hablen cuando yo hable
“Enarbolaba su garrote para hacer efectiva su sentencia, cuando creímos deber intervenir par implorar el perdón de aquellos infelices
“— Al que me pida nada, le hago fusilar –gritó el Juez de Paz y acometíó a palos a los reos
“El italiano se puso en salvo, pero el catamarqueño temiendo que lo fusilaran por no querer recibir los palos, hinchó el lomo y recibió un par que hubiera bastado para deslomar un toro
“— ¡A ese piyo que no quere! ¡A ese piyo que no quere! – gritó, y Juez y soldados se lanzaron sobre el italiano, que se guareció en nuestra espalda
“Y como nosotros lo amparáramos decididamente, y los soldados estuviesen ocupados en acogotar al catamarqueño, el Juez de Paz nos miró de una manera tremenda, diciéndonos:
“— ¡Vo a mandar a pedir refuerzo al Gobernador y a fusilar a todo el mundo! – y mandando que llevaran a la cárcel al catamarqueño, se retiró blandiendo su garrote y jurando que nos haría degollar a todos
“— Y es tan capaz de hacerlo –nos dijo el italiano, o de intentarlo, que yo no me quedo aquí ni un momento, me voy junto con ustedes.”
Señor Director, estoy convencido que este acontecimiento del Juez de Paz, relatado por Gutiérrez, detalla minuciosamente cómo nos sentimos la mayoría de los argentinos actualmente, y en especial los catamarqueños; detalla cómo esta señora Cristina K, con sus espuelas de la ineficiencia, nos da de a garrotazos constantemente…
Tengo curiosidad de saber si en medio de sus famosas carteras y sábanas que trajo de Roma no habrá también algún sombrero de panza de burro… ¿Será?
Eduardo Javier Argañaraz
eduardoargentina@gmail.com
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